
Monstruos (unos simpáticos, otros no tanto), héroes, villanos, magia, lucha, y un niño con un espíritu noble y fuerte que no cesará su empeño en impartir justicia. ¿Qué más se necesita para pasar un buen rato?
El halcón sobrevuela los acantilados de libros, elige una presa y devora sus letras; se regocija en sus sensaciones, para después comentar sus impresiones.